Por qué el sistema educativo no se puede arreglar a si mismo

Por qué el sistema educativo no se puede arreglar a sí mismo

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Todas las semanas, alguna figura pública habla de la educación, de lo mal que está, y de cómo el gobierno no ha hecho nada por mejorarla.  

Por su parte, el gobierno en turno, culpa a los gobiernos anteriores e ignora todos los señalamientos que no puede descargar en alguien más.  Para “arreglarla”, crea nuevos programas de estudio mismos que reflejan su ideología política, y que no necesariamente están alineadas con las necesidades del mundo en que vivimos. Anuncia con bombos y platillos que estos cambios son los buenos, y que con ellos vamos a tener la mejor educación del mundo. Para demostrar la efectividad de los cambios, el gobierno implementa políticas y métricas que “demuestran” su efectividad, e ignoran otras métricas que muestren la efectividad real de los cambios.

Hace unos años hubo un esfuerzo por medir la efectividad de la educación en México. Este ejercicio fué PLANEA y consistía en una serie de pruebas estandarizadas que medían el conocimiento de los niños en diferentes áreas y eran reportados por escuela.  Los resultados eran tan malos, que los reportes fueron diseñados para que no se entendieran.  Aún así, el sistema educativo, las escuelas y los maestros utilizaron su poder político para forzar la cancelación, eliminando así, la única herramienta nacional que media la educación. 

La única medición que queda, es la prueba PISA administrada por la OCDE. Esta se ha aplicado en México durante los últimos 20 años y muestra claramente que sin importar el grupo político en el poder, los resultados son de los peores.

En las notas de PISA 2022 para México, señalan que en matemáticas el 0% alcanzó niveles 5 o 6 mientras que en lectura fué el 1%.

La escuela

La escuela tal como la conocemos fue implementada hace aproximadamente 200 años y ha “funcionado”.  Pero si uno revisa las estadísticas del Inegi; alrededor del 13% de la población tiene un título universitario, por su parte, la OCDE calcula que es un 17.4%, también informa que el promedio de los demás países de la OCDE es del 36.9%.

Claramente la educación no funciona para el 80% de la población. Pero si uno pregunta a la escuela, esta, ve en los resultados el reflejo del sistema educativo o de otras escuelas, no el suyo. Puede ser cierto, la verdad es que nadie sabe, porque no hay información que permita saber cuál es la verdad.

La educación es una tradición oral.  Es decir, el maestro da clase y los alumnos aprenden, toman apuntes, etc.  Para que esta funcione, se necesita que el alumno:

  1. No se distraiga
  2. Sea autosuficiente
  3. Sea responsable
  4. Entienda todo lo que se enseña
  5. Domine los temas que se necesitan para entender los nuevos temas
  6. Identifique los puntos principales de la clase y los escriba en su cuaderno

Este proceso se repite todos los días, por cada una de las clases. Lo que convierte la probabilidad de que el niño pierda algo, en una certeza.

Cuando el niño pierde algo, lo pierde para siempre.  Al acabar la clase, lo único que queda, es lo que el niño recuerda y lo que apuntó en su cuaderno.  El niño podría preguntar, pero eso no siempre sucede y los maestros no siempre están dispuestos a responder.

Por qué la educación no puede mejorar

Mientras los incentivos no cambien, la educación de nuestros hijos seguirá igual.

El sistema educativo y la escuela piden a los padres que se involucren en la educación de sus hijos, pero cuentan con que no suceda.  Los padres de familia son los únicos que pueden cambiar los incentivos y forzar que la educación mejore.

El primer paso, es que deje de ser una tradición oral.  Debe permitir a los alumnos poder aprender en la escuela y en casa. Y debe de facilitar a los padres de familia ser el apoyo que necesitan los maestros para que todos los alumnos tengan un buen rendimiento.