Educación industrializada

La perversidad del sistema educativo

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Durante la Revolución Industrial, se estableció el modelo de salón de clase que conocemos hoy en día, un sistema diseñado para capacitar a muchas personas con un solo maestro. Este modelo respondió a las necesidades de la época: trabajadores que supieran leer, escribir, sumar, restar y memorizar información para ser más productivos. En ese entonces, el caballo era el principal medio de transporte, el tren solo existía en los países más avanzados, y la iluminación era con velas y quinqués de aceite. La población de México rondaba los 6 millones de habitantes.

Persistencia de un modelo obsoleto

Dos siglos después, a pesar de los avances extraordinarios en tecnología y comunicación, los objetivos fundamentales del sistema educativo siguen siendo los mismos. La sociedad y la economía han cambiado radicalmente, pero el sistema educativo se rehúsa a progresar y a utilizar estos avances para mejorar la educación.

La soledad del niño

Cuando el niño comienza la escuela se enfrenta solo a un aparato burocrático compuesto por miles de personas que aunque tienen las mejores intenciones, mantienen el enfoque industrial que enseña sin tomar en cuenta las necesidades individuales del niño.  El sistema educativo da prioridad al grupo, la escuela, la localidad, el municipio, la entidad y el país.

Los padres de familia que son los únicos realmente interesados en el niño, son excluidos del proceso educativo.

Daño a la autoestima del niño

El sistema educativo, en lugar de admitir y corregir sus deficiencias, culpa al niño. Frases como “el niño no tiene la madurez”, “el niño no puede”, “el niño es flojo”, etc., etiquetan y marcan al niño, creando una sensación de incapacidad que durará toda la vida. 

Aunque la escuela no es la única fuente de daño a la autoestima del niño, es una que podría resolverse fácilmente.

Deuda académica

Los planes de estudio son tan extensos y los grupos tan grandes, que impiden al maestro dedicar el tiempo necesario para asegurar que todos los niños aprendan.  El resultado es que cuando el niño no entiende, no hay quien le pueda dedicar el tiempo necesario para aprender el tema. 

Cada tema que el niño no comprende se acumula, dificultando aún más su aprendizaje. Cada ciclo escolar, el niño se retrasa un poco más, hasta que no puede aprender más porque desconoce los temas necesarios para adquirir el nuevo conocimiento. Esta es la deuda académica que destruye el futuro del niño. 

En conclusión, la escuela se convierte en una institución que, lejos de ampliar las posibilidades de todos los niños, descarta al 80% (inegi) de los alumnos, que además, daña emocionalmente. En favor del 20% de los que se adaptan al sistema. 

¿Tú crees que debería cambiar el modelo educativo?